La era de la transmisión

Jueves, 09 de Noviembre de 2023

Sumario | Visión del gerente general de Enlaza, Fredy Zuleta, sobre el potencial e importancia que tiene la transmisión de energía eléctrica en este momento, y los retos que ello implica para el país.

Por: Fredy Zuleta Dávila, gerente General de Enlaza - GEB

La electricidad juega cada vez un papel más esencial en la vida diaria de los ciudadanos, lo que sumado a la tendencia global de cuidar el planeta, plantea nuevos y complejos desafíos al sector eléctrico, en la búsqueda de satisfacer eficientemente la creciente demanda de energía. Es así como el reto para los gobiernos, alrededor del mundo, surge de la necesidad de aumentar la oferta, pero de manera sostenible: a través de más y mejores energías limpias.

En Suramérica, por ejemplo, la energía eólica (viento) representa ya el 9% del total generado y la solar, el 2,8%. Esta última, con un aumento post pandemia del 47%, de acuerdo con la información más reciente de la Comisión de Integración Energética Regional (CIER). Sin embargo, en Colombia la energía solar no supera el 0,4% mientras la eólica solo alcanza el 0,1%.

La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) reveló que en los últimos 10 años la capacidad de generación de energía ‘limpia’ del país aumentó 33%, frente al 64% que creció en el mismo lapso la región suramericana y el 115% que subió el registro mundial. Incluso, contrasta con la mayor evolución en ese mismo período en países cercanos como Chile, 133%; Ecuador,126%, y Perú, 70%.

Al igual que ocurre en muchos países del continente, en Colombia las zonas más adecuadas para generar energía renovable se ubican en sitios alejados de los centros de consumo, lo que solo permite aumentar la oferta agregada, de la mano de nuevos proyectos que la transporten. En general, las energías limpias se generan en pequeñas cantidades, diversas, dispersas y lejanas, cuando se comparan con los grandes proyectos hidráulicos, lo que obliga a urgentes y sustanciales inversiones en una red que llegue donde está la demanda.

Surge entonces la transición energética como la ruta perfecta para generar la oferta adecuada, de manera sostenible. Que es lo que piden hoy a gritos las economías mundiales y locales, como fórmula para asegurar la continuidad de un servicio esencial para un planeta viable. Visión que comparte desde su propósito empresarial el Grupo Energía Bogotá y que lo llevó a crear hace un año a Enlaza, su nueva filial de transmisión eléctrica en Colombia.

Desde esta compañía, se vienen ejecutando proyectos como Colectora, que luego de adelantar con éxito 235 consultas previas con las comunidades étnicas de La Guajira y el Cesar, avanza decididamente en los procesos de licenciamiento y construcción para transportar energía renovable del Caribe colombiano al resto del país, a través de una línea de transmisión de 475 kilómetros, que agregará al Sistema Interconectado Nacional (SIN) 1.050 megavatios limpios. Esto es, equivalentes a cerca del 10% de la demanda de energía eléctrica del país. No en vano, Colectora es la columna vertebral de la transición energética colombiana, y marca un antes y un después en el sector.

Un antes, por lo recorrido, que en sus factores técnicos, sociales y ambientales no tiene antecedentes. Y un después, por la dimensión histórica de lo que está por venir: la era de la transmisión de energía eléctrica en Colombia.

El momento es ahora, y el factor tiempo surge como elemento clave para que la teoría y la práctica coincidan en torno al mismo objetivo. La Unidad de Planeación Minero Energética (Upme), entendiendo la urgencia de aumentar la oferta disponible de energía eléctrica en Colombia, pasó de 10 convocatorias para la construcción de nuevas lineas (1.700 km.) en la primera década de este siglo, a 40 (4.200 km.), en la segunda. Pero el esfuerzo debe ser aún mayor.

Aunque muchas de las nuevas tecnologías permiten construir los parques de generación en la mitad del tiempo, o menos, de las convencionales, el tiempo para finalmente transmitir esa energía eléctrica hacia los centros de consumo que las requieren aumenta a niveles críticos, por razones ambientales, sociales o de falta de coordinación institucional. El desafío para el país está en disminuir los tiempos asociados al desarrollo de estos proyectos de generación y transmisión energética, bajo el amparo de una normatividad predial, social y ambiental siempre responsable, pero ágil y ajustada a la realidad.

No en vano, de los últimos 13 proyectos de expansión adjudicados, 11 solicitaron más tiempo para entrar en operación (85%), pues las restricciones ganan protagonismo de manera inusitada, lo que representa mayores costos que deben asumir los colombianos para recibir un servicio público esencial.

En ese sentido, es muy importante la coordinación de las entidades de gobierno para definir un esquema de licenciamiento diferenciado, en función de los impactos positivos de los proyectos que hacen parte de esta transición energética. En otras palabras, es necesario que en la evaluación ambiental de estos proyectos se incorpore el impacto que tiene no hacerlos, ya que casi siempre, los sobrecostos por restricciones y el efecto ambiental de generar con fuentes térmicas, son mayores que los impactos mínimos y puntuales que trae su construcción.

 

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Fredy Zuleta Dávila

Gerente General

Enlaza