La chispa que cambió al mundo

Miercoles, 06 de Agosto de 2025

Sumario | El valor de la electricidad en la vida actual y su impacto positivo para transformar realidades y reducir desigualdades en el planeta, es una verdad irrefutable.

Por Fredy Zuleta Dávila, gerente General de Enlaza.

El papel de la electricidad como motor de cambio en la vida humana, convirtió un tímido destello luminoso en fuente plena de grandes transformaciones, un servicio público indispensable que, sin embargo, padece grandes amenazas y desafíos mayores por sortear.

¿Cuánto tiempo podríamos sobrevivir hoy sin energía eléctrica? Sin luces, ni pantallas, ni internet, ni semáforos, ni hospitales, sin señal, sin celular.... En otro tiempo, su ausencia no habría hecho falta, pero desde que la tenemos, demostró ser indispensable. Sin ella -en segundos- volvemos a la Edad Media.

Estamos tan acostumbrados a la energía, que la palabra ‘apagón’ nos asusta. Pero más allá del miedo, lo que está en juego es el derecho de todas las personas a contar con energía limpia, confiable y justa. Por eso, debemos reconocer que la electricidad no es solo una cuestión técnica: es una herramienta profundamente humana, capaz de transformar realidades, alargar la vida y reducir desigualdades.

Sin embargo, como sucede en cualquier actividad humana, la evolución de la energía eléctrica exige que hoy podamos ofrecer un producto -cada vez- de mejor calidad. El mundo entero lo necesita, dado que su dependencia de aquello que inició con una chispa hace dos siglos, no merece menos que seguir iluminando con vida y desarrollo a la humanidad.

Basta mencionar el impacto actual de la energía en la salud, la productividad y el bienestar, especialmente en contextos donde aún se cocina con leña o no se tiene acceso confiable a electricidad. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 3,2 millones de personas aún mueren al año por la contaminación producida por cocinar con leña o carbón. Y para eso, ya existe una vacuna, pues con electricidad, eso se puede reducir a cero.

Pero no de cualquier manera. Las cifras demuestran que generar un kilovatio de energía térmica puede producir hasta 34 veces más emisiones de CO2 que hacerlo con agua y 74 veces, con energía eólica. Y todo en un contexto donde producir un kilovatio con energía eléctrica puede costar 150% más que uno hídrico y hasta tres veces uno eólico.

Y detrás de la magia de la energía está la red eléctrica que para nosotros es una gran malla, una red viva que conecta territorios y personas; que fortalece el Sistema de Transmisión Nacional, como condición imprescindible para una transición energética justa. Porque sin red de transmisión, no hay transición energética posible. Y ese es el único pasaporte que garantiza un futuro mejor, al permitir que la energía nos llegue de forma más confiable, barata y limpia a todos.

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