Integridad que genera valor: el retorno estratégico de una cultura de cumplimiento en el sector energético
Viernes, 07 de Noviembre de 2025
Por: Luz Elena Díaz García, oficial de Cumplimiento Enlaza Grupo Energía Bogotá.
En esta segunda edición frente al tema, abordaremos una problemática clave en América Latina: la corrupción, en sus múltiples tipologías. Según informes de organismos como Transparencia Internacional, muchos países latinoamericanos enfrentan altos niveles de percepción de corrupción, lo que refleja tanto la frecuencia de los casos como la falta de mecanismos eficaces para prevenirlos y sancionarlos. La corrupción mina la confianza ciudadana, debilita las instituciones democráticas y obstaculiza el desarrollo económico y social de la región.
Así lo ha alertado el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparencia Internacional, refiriendo los altos niveles de corrupción percibida en gran parte de América Latina; más de dos tercios de los países evaluados obtuvieron una calificación inferior a 50 puntos, en el año 2024, como se evidencia en la siguiente gráfica.
Fuente: Transparencia internacional.
La corrupción es uno de los principales obstáculos para el desarrollo sostenible en América Latina, y el sector energético, por su complejidad y alto impacto económico, es especialmente vulnerable. Desde licitaciones públicas, procesos de abastecimiento privado, hasta relaciones con autoridades regulatorias, las empresas energéticas operan en entornos donde los riesgos de prácticas indebidas son elevados.
En este contexto, los programas de ética y cumplimiento han emergido como herramientas fundamentales para combatir la corrupción, ya que son precisamente estos a través de los cuales las organizaciones buscan establecer una cultura organizacional basada en la integridad, la transparencia y el cumplimiento normativo.
Un programa de cumplimiento efectivo incluye:
• Compromiso de la Alta Dirección.
• Códigos de Ética y Conducta claros y accesibles.
• Políticas y procedimientos.
• Capacitaciones y comunicaciones continuas para colaboradores, proveedores, contratistas y administradores.
• Canales de denuncia efectivos, seguros y confidenciales.
• Procesos de Debida Diligencia y conocimiento de contrapartes.
• Análisis y valoración de riesgos.
• Mecanismos de monitoreo.
• Mejora continua y fortalecimiento.
En línea con lo anterior, la implementación de programas de ética y cumplimiento no solo responde al cumplimiento de exigencias legales, como las establecidas por las leyes anticorrupción locales (Estatuto Anticorrupción, Ley 2195 de 2022) o internacionales (como la FCPA, el UK Bribery Act o la ISO 37001-Gestión Antisoborno), sino que también fortalece la reputación corporativa y la sostenibilidad a largo plazo, permitiendo anticiparse a riesgos reputacionales que podrían comprometer o limitar el otorgamiento de licencias ambientales y/o sociales para operar, el acceso a financiamiento o la participación en licitaciones clave.
En definitiva, aunque la corrupción en Latinoamérica es un problema estructural, los programas de ética y cumplimiento representan una vía concreta para promover una cultura corporativa basada en la integridad, que permita construir y fortalecer relaciones de confianza con todos los actores del sector.
Acompáñanos en nuestra próxima edición, para continuar entendiendo cómo la integridad se convierte en un generador de valor estratégico en el sector energético.