Mujeres con buena energía

Miercoles, 14 de Julio de 2021

Diez mujeres hacen parte del equipo de operación y mantenimiento de Transmisión del Grupo Energía Bogotá. Su trabajo es ayudar a operar y mantener disponibles para los colombianos los 1.655 kilómetros de líneas de alta tensión que tiene la compañía en todo el país.

Cuando Yenny Marcela Mesa Palencia comenzó a trabajar en el sector eléctrico, en 2004, era muy común que a su casa paterna, en Bogotá, llegaran paquetes que ella misma remitía desde cualquier municipio del país con una nota en la que le pedía a su mamá que, por favor, le arreglara las camisas y los pantalones de trabajo que enviaba porque a pesar de que eran talla S de hombre, le quedaban muy grandes.

La empresa a la que estaba vinculada esta capitanejana, un municipio del oriente de Santander, como ingeniera civil le había ofrecido dos opciones: seguir en Bogotá –donde estudió su pregrado universitario– en un proyecto de TransMilenio o irse a la desconocida, para ella, Aguachica (Cesar) a trabajar en un proyecto de líneas de transmisión eléctrica.

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No lo pensó mucho: alistó maleta, computador portátil y al día siguiente se fue al Caribe colombiano a trabajar en un sector en el que predominan los hombres, tendiendo una la línea de 500 kilovoltios, donde ella iba a ser la única mujer y, además, ingeniera con posición de mando.  Los elementos de protección personal y la ropa de trabajo que le dieron, claro, eran de uso masculino.

“Para tomar la decisión consideré que era tentador y retador irme a un proyecto de línea de transmisión, un tema diferente al que venía desarrollando. También que era un campo totalmente desconocido y me podía dar otra perspectiva de trabajo, así que no lo dudé y acá, 17 años después, estoy posicionada laboralmente y con ganas de seguir creciendo y aprendiendo del sector”, afirma Yenny Mesa, líder de mantenimiento de Transmisión del Grupo Energía Bogotá.

Lo de la ropa era, seguramente, el menor de los inconvenientes que ella encontró en su nuevo mundo laboral. No fue fácil el cambio, admite Yenny con la firmeza y sinceridad de los santandereanos, y no porque estuviera por fuera de la casa paterna o por encontrarse con una comida diferente o viviendo en una población mucha más pequeña. En ese entonces estaba, explica, en un punto medio, pues ni sus jefes creían que iba a durar y los subalternos no veían con buenos ojos que una mujer les indicara cómo hacer técnicamente mejor un trabajo que ellos sabían hacer por su experiencia e intuición.

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Yenny, especialista en geotecnia y con estudios de gerencia de mantenimiento y de resolución de fallas en trabajos con tensión (línea energizada), asegura que para superar la adversidad la clave, entre otras, fue ganarse la confianza de los compañeros de campo, caminando con ellos por horas en el abrasante Cesar para llegar a los sitios de torre y demostrar con resultados a sus superiores que su trabajo era igual o mejor que el de un hombre.

“Viví ocho meses en Aguachica trabajando en campo sin ver a mi familia y estuve muy feliz, aprendiendo mucho. Luego pasé a Bosconia (Cesar), después a Valledupar, siguiente parada en Suan (Atlántico) y luego en Cartagena, donde terminamos el proyecto de instalación de torres y tendido de líneas –narra Yenny–. El trabajo fue bueno y demostré que las mujeres hacemos las mismas tareas que los hombres”.

Ella es una de las 10 mujeres que integran la Dirección de Operación y Mantenimiento de Transmisión del GEB, que cuenta con 68 colaboradores, y una de las cuatro que específicamente están dedicadas a las tareas de mantenimiento, es decir, a ayudar a asegurar que los cerca de 1.700 kilómetros de líneas de transmisión eléctrica de la compañía estén siempre disponibles para servir a los colombianos.

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Además de Yenny, quien ingresó a la compañía en 2008 y es la pionera en el GEB en mantenimiento de líneas –empezó con estabilidad de torres–, están las ingenieras civiles Johana Rodríguez y Yady Upegui, y la ingeniera electricista María Victoria Díaz. Todas deben salir a campo, hacer largas caminatas, montar en mula y subirse a las torres, entre otras peripecias, para hacer sus labores.

Ellas tres fueron escogidas en sus procesos por el gran interés y la actitud que tienen de ejercer sus profesiones en el área de mantenimiento de líneas, las ganas de aprender más del sector y sus competencias como ingenieras.

Para Transmisión, como para el GEB y sus demás filiales, la diversidad, la inclusión y la equidad de género son fundamentales para lograr la sostenibilidad y progreso de los países donde hace presencia, por ello impulsa y promociona que en sus plazas laborales abiertas se presenten mujeres en un buen número, para fomentar la equidad (consulte aquí la Política de diversidad e inclusión del GEB: https://www.grupoenergiabogota.com/sostenibilidad/politicas-corporativas )

En realidad, asevera Yenny, no son muchas las mujeres que tienen como eje laboral el mantenimiento de las líneas de alta tensión eléctrica, ni en Transmisión ni en las demás compañías que operan en Colombia.

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Para el caso de Transmisión del GEB, cuando se presentan vacantes en la Gerencia de Mantenimiento se busca que sean ocupadas por mujeres, pero es muy difícil: casi no hay demanda y, en el mejor de los casos, la postulación es baja.

“Es complicado porque según estadísticas, las mujeres que, por ejemplo, se gradúan de ingeniería eléctrica en el país no son ni siquiera el 16 por ciento de cada cohorte, entonces es imposible que las empresas cumplan con al menos tener el 30% de nosotras en áreas de trabajo como estas – expone Yenny–. Las razones para que las mujeres no estudien ingenierías pasan por la educación en casa, que condiciona a que estas carreras son para hombres, y que hay actividades laborales que en el imaginario colectivo o socialmente son para ellos y en ningún caso es así”.

Por supuesto, advierte Johana Rodríguez, hay cosas que son difíciles y más para una mujer. Esta ingeniera civil bogotana especializada en geotecnia, con dos años y medio en Transmisión, se refiere a las largas caminatas, el esfuerzo físico y a miedos internos, como, para su caso, descender en mula por despeñaderos profundos donde a veces se han ido las bestias en medio de rebuznos de terror.

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“Pero igual, sea el terreno o el reto que sea, nosotras cumplimos nuestras tareas con calidad y eficiencia. Las mujeres somos muy fuertes en lo que decidimos trabajar y este sector es una gran oportunidad laboral para nosotras”, afirma Johana.

No se equivoca. Según el Observatorio Laboral del Ministerio de Educación Nacional, una mujer que estudia ingeniería eléctrica tiene 95 por ciento de posibilidades de tener un empleo el día de su grado, 52% más que una que reciba su licenciatura en biología.

A esto se suma, apunta Yenny Mesa, a que hoy el ambiente de trabajo y como se mira y pondera a la mujer en el sector eléctrico han cambiado desde que ella entró.

“Ahora hay mujeres en las comisiones técnicas, hay más aceptación y respeto profesional, y el tema es mucho más incluyente: no importa si tu jefe o el especialista es mujer o si el liniero es mujer. Incluso, hasta el tema de la ropa de trabajo: hay elementos de protección hechos para nosotras, lo mismo que los pantalones y las camisas que vienen con sus curvas y ya no le debo mandar a poner prenses ni cortar de largo”, apunta, por supuesto, sonriendo esta ingeniera santandereana.