Entretejiendo el pasado: el aporte del proyecto Norte a la arqueología colombiana

Jueves, 07 de Noviembre de 2024

Sumario | En desarrollo de las etapas previas del proyecto Chivor II - Norte, el equipo de Arqueología de Enlaza encontró, al parecer, la primera estera en su tipo y tamaño recuperada en Colombia, tras un cuidadoso y paciente proceso de rescate.

 

Durante la ejecución del programa de Arqueología Preventiva del proyecto de transmisión de energía eléctrica Chivor II - Norte, se realizó un rescate arqueológico previo a la construcción de la torre NB44ANN* ubicada en el municipio de Zipaquirá (Cundinamarca), en el cual la empresa pudo identificar un hallazgo arqueológico excepcional y único para el país. Se trata de una estructura vegetal tejida, posiblemente una estera, que se encontró a una profundidad de 170 cm y que fue rescatada para su posterior análisis y conservación.

Esta estera es la primera en su tipo y tamaño que haya sido recuperada en Colombia, lo cual la hace excepcional, debido a que, al tratarse de un material orgánico, es extremadamente inusual que se haya conservado puesto que las características de los suelos, como la humedad, la acidez e incluso los microorganismos, descomponen las fibras orgánicas, haciendo que este tipo de evidencias no se encuentren comúnmente en los contextos arqueológicos del país. Sin embargo, en este caso, las condiciones específicas del entorno y posiblemente el material en que fue elaborada, permitieron que la estera se conservara. 

El hallazgo ha implicado varios retos para el equipo de Arqueología de Enlaza, desde el momento mismo de su identificación. Por una parte, por la necesidad de diseñar estrategias apropiadas para la excavación, limpieza y conservación preventiva de este elemento, y por otra, porque requeríamos contar con el apoyo de algún especialista en conservación y restauración de textiles para la ejecución de estas actividades. Algo que no es común en las acciones de Arqueología Preventiva en el país.

Inicialmente, se diseñó una técnica específica para recuperar el textil en campo sin afectarlo, realizando el levantamiento en bloque con el suelo que lo contenía, para proceder a su excavación directa y controlada en el laboratorio.

 

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Posteriormente, se han debido plantear estrategias de limpieza y desinfección para combatir los microorganismos que han aparecido, así como medidas para controlar las condiciones de humedad y temperatura durante todo el proceso, las cuales permiten mantener la estera en un estado apropiado para su conservación.

Para realizar todas estas actividades ha sido necesario un trabajo interdisciplinario que permita el diálogo con expertos en textiles, artesanos, químicos, conservadores y arqueólogos, que aporten en la construcción de la mejor estrategia para el tratamiento, análisis y conservación de esta pieza única en la historia nacional. Ello ha implicado un desafío a nivel interno para encontrar las vías contractuales adecuadas para su manejo, así como un reto académico a nivel externo, puesto que este tipo de elementos no se hallan comúnmente en arqueología ni son elaborados de la misma manera por comunidades o artesanos contemporáneos.

 Después de siete meses de remover el suelo que la cubría, ha sido posible observar que el material con el que fue tejida se asemeja a algún tipo de junco, no obstante, serán necesarios análisis especializados que nos permitan identificar con precisión la especie de planta que usaron los artesanos prehispánicos para su elaboración.

La pieza tiene una forma ovalada irregular, donde gran parte de los bordes se han perdido. Sus dimensiones son de aproximadamente 136 cm de largo x 44 cm de ancho y 8 cm de alto/grueso. Se encuentra estable y su estado de conservación es mejor del esperado para este tipo de objetos; sin embargo, debe permanecer en una cámara de control medioambiental para que se mantengan las condiciones óptimas de humedad y temperatura, evitando así la descomposición o deterioro de las fibras vegetales para asegurar su estabilidad y preservación a largo plazo.

 

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“Aún no contamos con una datación absoluta que nos permita conocer con certeza la antigüedad de esta pieza, pues estamos avanzando en la ejecución de análisis especializados de Carbono 14 que nos permitirán datarla o fecharla con precisión; así como en análisis paleobotánicos con los que conoceremos el tipo de material vegetal con el que se realizó el tejido. Sin embargo, basándonos en la asociación con los fragmentos cerámicos que se encontraron adheridos a la cara inferior del textil, estimamos que esta estera podría tener por lo menos 1.000 años de antigüedad y que pudo haber sido utilizada por las comunidades humanas que habitaron la sabana de Bogotá entre los periodos cronológicos conocidos por los arqueólogos como Herrera Temprano y Muisca Temprano, es decir entre el año 400 a.C. al 1350 d.C. Por lo tanto, la excepcionalidad de este hallazgo no solo reside en que es inusual, sino además en su antigüedad” aseguró Juliana Gómez, líder de Arqueología de Enlaza

“Aunque ya tenemos claridad sobre el tipo de objeto y su estado actual, aún enfrentamos el reto de definir un plan de conservación a mediano y largo plazo, que garantice la preservación integral de esta pieza arqueológica. Así también, el de encontrar una entidad idónea que se encargue de su tenencia final, para garantizar su adecuado manejo y preservación. Hemos iniciado acercamientos con el Museo Nacional, el Museo del Oro, el Museo de Arqueología MUSA, y los museos de la Universidad Minuto de Dios, y continuamos en la búsqueda de aliados que puedan contribuir a su investigación y asegurar que este bien arqueológico excepcional sea accesible para todos los colombianos”, puntualizó Gómez.

En conclusión, este hallazgo único del proyecto de transmisión de energía eléctrica Chivor II - Norte tiene el potencial de revelar detalles desconocidos sobre las prácticas culturales de las sociedades prehispánicas que habitaron el altiplano cundiboyacense. Además, gracias al trabajo del equipo de Arqueología de Enlaza, está impulsando el desarrollo de nuevas metodologías que integran la conservación y la arqueología, sentando un precedente para futuros estudios y para los lineamientos de los programas de arqueología del país.