‘Las torres y cables están, pero la convivencia es con los funcionarios del GEB’

Miercoles, 10 de Marzo de 2021

Más que con torres, cables y subestaciones, la convivencia de la infraestructura eléctrica con los estudiantes y el profesor de la sede Miralindo, del Centro Educativo Rural de Restrepo, se da con los colaboradores de Transmisión del Grupo Energía Bogotá (GEB) que los frecuentan.

Eso asegura Yudín Alfonso Rojas, el profesor de ese centro educativo ubicado en la parte alta del municipio de Restrepo, justo donde el Meta deja de ser llano y empieza a elevarse en picos montañosos. También es, apunta, la sede más rural en términos de acceso de esta localidad, porque allá es imposible llegar en vehículo alguno.

“Ni carros, ni motos ni bicicletas lo arriman a uno allá, pues es un camino ciento por ciento de herradura, quebrado y en ascenso. En carro uno se acerca hasta un punto y de ahí en adelante, a pie”, explica el ‘profe’ Yudín. Es tan difícil el acceso, que para llegar a la escuela él y los 13 estudiantes que cursan de primer a quinto grado deben subir caminando todas las mañanas cerca de un kilómetro por ese sendero de penitente y por la tarde, bajar esos casi 1.000 metros.

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Los niños que asisten a esta escuela veredal, por la que pasa desde medidos de los años 90 la línea Corredor Sur (Guavio - Reforma Tunal) a 230 kilovatios de Transmisión del GEB, son hijos de los dueños de pequeñas fincas o de los mayordomos, quienes muy pocas veces bajan al casco urbano de Restrepo. Es más, dice el ‘profe’, es tan difícil el acceso que son pocos los visitantes que hasta allá suben.

Los que sí arriman, y frecuentemente, son los colaboradores del GEB.

El ‘profe’ Yudín afirma que esa compañía multilatina envía constantemente personas que están en contacto con los niños, los padres de familia, los docentes y la comunidad para ayudarles a resolver inquietudes y capacitarlos sobre la infraestructura eléctrica y para ayudarlos con útiles escolares y otras actividades sociales.

“En nuestra vereda todos estamos bien familiarizados con torres y cables de alta tensión, pues han estado siempre ahí y los vemos como algo natural. En realidad, la verdadera convivencia se da es por ese acompañamiento que nos hace el Grupo Energía Bogotá con sus funcionarios”, subraya Yudín Rojas.

Con su tono didáctico, agrega que son tantos años conviviendo con la infraestructura de transmisión eléctrica en Miralindo y tan claras y significativas las charlas de Transmisión del GEB, que los campesinos tienen muy claro lo que deben y no deben hacer con torres y cables.

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Grandes y pequeños, apunta, saben que no deben ir a las torres a amarrar los animales o construir un galpón debajo de las líneas o ponerse a elevar cometas al lado de los cables. Realmente, insiste Yudín, todos esos elementos de la infraestructura eléctrica han pasado a ser un elemento más del paisaje de esta zona del piedemonte llanero, tanto que no generan una atracción especial y mucho menos temor.

“No la ven como un factor de problema –sostiene Yudín– sencillamente porque nunca lo ha habido ni con ellos ni con sus sembrados de plátano y yuca ni con sus animales. Son elementos más del bello paisaje llanero y por eso pasa desapercibidos para ellos”.

Eso lo ratifica la respuesta de Shaier Fernando Bejarano Romero, de 10 años y estudiante de la sede Miralindo, al ser preguntado por la presencia de las torres: “¡Ah sí por ahí pasan!” y sale corriendo a jugar con sus compañeros.

Lo que sí es importante, resalta el ‘profe’ Yudín, es el vínculo que se ha formado entre sus estudiantes y los colaboradores del GEB, al punto que los niños hasta intuyen los días en que los van a ir a visitar a la pequeña escuela, la más rural de las rurales de Restrepo, como él mismo dice.